30/3/16

NIEVE CAPÍTULO 16

¡Queridos soñadores!

Las sombras os estaban esperando y hoy os traen un nuevo capítulo de la historia por entregas, NIEVE, de ISABEL DEL RÍO.

Estad muy atentos porque nuestra protagonista se encuentra con alguien con un nombre especial ;-)  ¿Qué sucederá?

NIEVE 16. SALUDO DE HIELO



Volví a mirar hacia el carrito aparcado a un lado de la calle. Allí estaría bien, no me había cruzado con nadie en el camino y dudaba que me lo robaran.

Cerré los ojos y permití que mi piel vibrara a la velocidad que todas mis células clamaban a gritos. Sentí un escalofrío que recorría mi columna y un placer indescriptible antes de percibir el mundo tal y como era en realidad, al menos para mí. Abrí los ojos y crucé el umbral del edificio sin apenas sentir el roce de las partículas de la puerta en mi ser. Podía ser tan rápida que atravesaba el vidrio, e incluso el metal, con relativa facilidad.

Me sorprendió encontrar un montón de muebles de madera amontonados en el tercer piso. Traté de atravesarlo y sentí la calidez que aún restaba en aquella materia y que me impedía evadirlo. Trepé y me dejé caer al otro lado.

La puerta del ático estaba sellada y, por algún motivo, no podía traspasar la madera de aquella puerta así como los muros, los cuales eran demasiado gruesos. Así que me decidí por utilizar la fuerza bruta.

Cuando el tablón reforzado cayó al suelo, pude sentir el terror del hombre que miraba por la ventana. Se giró hacia mí pero, como ya me había ocurrido con Lars, Joel y Tara, mi velocidad lo deslumbró y se cubrió el rostro con ambas manos.

Escuché el palpitar de su corazón, percibí la calidez de su piel y de nuevo una puñalada dolorosa atravesó mi estómago. ¿Cómo podía estar hambrienta aún? Él permanecía indefenso y frágil ante mis ojos, ni siquiera se enteraría… Nadie tenía porque saberlo. Pero algo en mi interior me retuvo, una voz que hablaba desde el pasado, muy débil, aunque capaz de recordarme que yo también había sido humana.

Apreté los dientes y contuve el aliento para recuperar el tiempo al que él se adecuaba. Cuando mi pulso y ritmo se asemejaron al suyo, me aproximé a él y alargué la mano en gesto de saludo.

—Hola —dije—, soy Beth.

El hombre me miró con los ojos enrojecidos por el destello. Observó mi mano y preguntó:

—¿Eres real? ¿Estás viva?


Isabel del Río 
Abril 2012


¿Qué os parece?

¿Tenéis ganas de más?

Quedan pocos capítulos y tendréis que animar a la autora para que siga escribiendo. Así que dejad un comentario, es gratis y a los escritores nos ayuda a ver si nuestras historias gustan o no.

¡Es díficil interpetar el silencio!

El siguiente capítulo explica muchas cosas:

http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2012/12/nieve-17-fantasmas-de-nieve.html


¡Un arañazo sangriento!

23/3/16

NIEVE CAPITULO 15

¡Queridos soñadores!

Hoy os traigo un nuevo capítulo de Nieve, para que los que cogéis vacaciones podáis disfrutar de esta historia con tranquilidad.

Recordad que siempre dejo el enlace al siguiente capítulo, pero que en el blog de la autora podéis encontrarlos todos bajo la etiqueta #NIEVE.

O id siguiendo el orden en este rincón.

Ante todo ¡disfrutad!


NIEVE 15. SANGRE HELADA



Era la sensación más maravillosa que había sentido nunca. No podía compararse con nada. Mientras bajaba las escaleras me quitaba la ropa hasta que mi piel estaba cubierta sólo por un vestido vaporoso blanco que solía utilizar para dormir. Correteaba descalza sobre la nieve y sentía su tibieza entre mis dedos. El paisaje era sobrecogedor, los edificios se habían convertido en gigantes, en colosos de hielo, y algunos de ellos ya se habían derrumbado a causa del viento y del frío, otros ardían en llamas doradas que cubría los alrededores de fina lluvia. Para mí era el paraíso.

Me detuve y recordé los motivos de mi salida, debía encontrar comida y quizá algo de ropa limpia para los niños. Mi anterior yo susurró en mi memoria. Muy cerca de allí había un supermercado, así que aceleré para llegar lo antes posible.

A penas pude reconocerlo, el muro de hielo exterior era tan grueso que casi me había pasé de largo. Acerqué mis manos a la congelada superficie y ésta cedió en tornándose vapor de agua. Abrí las puertas introduciendo los dedos en la rendija central y analicé el nuevo espacio en el que me encontraba. Los cadáveres cubrían el suelo del establecimiento, las cajeras yacían sobre el lector de códigos de barras, los compradores se habían desplomado por los pasillos, incluso una mujer había muerto con la cabeza en la nevera de los helados. Me acerqué a uno de ellos para examinarlo, un hombre adulto de complexión media y con prominentes entradas, su piel ahora era violeta y una telilla fina cubría sus ojos abiertos. Habían perecido congelados, eso explicaba por qué no hedía a muerte en el interior.

Cuando llegué a la sección de verdura y fruta me alegró comprobar que el frío conservaba algo más que un montón de cadáveres. Llené un carro con provisiones: fruta, verdura, pan, cereales, leche, carne, huevos… Incluso algún dulce para que los niños se premiaran.

De repente, un calambre cruzó mi vientre y sentí como mi interior rugía rabioso. Estaba muerta de hambre y la comida que había ingerido no significaba nada para mi nuevo cuerpo. Mis ojos se posaron sobre una gran pieza de buey congelada en la nevera de la carnicería, me aproximé con sigilo y la rocé con los dedos adquiriendo una templanza más que apetecible. Con la sangre cubriendo mis manos, me abandoné a los instintos que me reclamaban desde hacía días y perdí la consciencia por unos segundos. Cuando volví en mí, me sentía fuerte y satisfecha, la sensación de dolor había desaparecido, así como toda la carne roja del mostrador. ¡¿Cuánto había comido?! Me toqué el vientre y apenas parecía hinchado.

Salí de allí espantada por acciones y me arrodillé en la nieve para limpiarme la sangre que cubría mi rostro, cuello y brazos, aunque el vestido no tenía remedio.

De nuevo empujé el carrito y busqué la sección textil. Eché al interior algunas camisetas de colores, pantalones, sudaderas, polares y ropa interior para Tara y Joel, también algunas piezas para que Lars cambiara su indumentaria, y me detuve ante un vestidito azul de primavera con estrellas brillantes por todas partes. Me desnudé en medio del pasillo, busqué mi talla y un espejo de cuerpo entero. Di un brinco al ver mi reflejo, ¿esa era yo? Mi físico, mis ojos, e incluso mi pelo habían cambiado. Reseguí con las manos mi cuerpo y recordé las veces que había deseado algo parecido, por lo visto no sólo había mutado mi interior.

Satisfecha por las nuevas adquisiciones, decidí regresar y preparar un festín a mis compañeros de piso. Empujaba el carro sobre la nieve que se convertía a mi deseo en una pista de hielo por la que las ruedas patinaban a toda velocidad. Una risa infantil y cristalina brotó de mis labios en aquel mundo apocalíptico que me hacía sentir mariposas en el estómago.

Alcé la vista al cielo y sonreí a las nubes negras de tempestad que sumían a la ciudad en una noche blanca y muerta. Al bajarla para continuar mi camino, algo me retuvo. En la ventana de un ático, sentado tras el cristal de la ventana, un hombre me observaba.



Isabel del Río
Abril 2012
¿Qué os ha parecido?

http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2012/12/nieve-16-saludo-de-hielo.html


¡Un abrazo umbrío!

16/3/16

NIEVE CAPÍTULO 14

¡Queridos soñadores entre las sombras!

En este día lluvioso y gris, regreso con un nuevo capítulo de la historia por entregas NIEVE, de Isabel del Río.

En ella la autora nos pone los pelos de punta. Hambre, miedo, ansias de cazar, nieve...

¡Adentraos en su mundo! ¡La frialdad os está esperando!


NIEVE 14. ESTÓMAGOS FRÍOS




Un día leí un artículo sobre unos jóvenes que pasaban años encerrados en sus habitaciones con el único contacto que les proporcionaba internet, una enfermedad que acababa con su cuerpo y mente, hasta robarles también el alma.

Mientras recordaba la historia de los hikikomori japoneses, me asomé al pequeño balcón de la cocina. Empezaba a ser insoportable para mí aquel encierro al que me sometía Lars. Según él, todavía no era lo suficientemente fuerte para proteger a los niños en el exterior, pero sentía cómo el tiempo se escurría entre mis dedos y, cada vez que pensaba en ello, un escalofrío me recorría el cuerpo. Sabía que las horas estaban contadas y que el reloj no pararía sus agujas por nosotros.

—¡Pero tengo mucho hambre! —gruñó Tara abrazándose el estómago.

Cerré la puerta de la cocina tras de mí y me detuve a contemplar la escena.

—Hace dos horas que has comido, acordamos que racionaríamos las provisiones —dijo Lars con dureza.

—¡Era una galleta! Y ayer noche sólo cenamos agua caliente con zanahoria… —El ímpetu de la niña se ahogaba al igual que sus fuerzas.

Busqué a su hermano con la mirada y lo encontré hecho un ovillo en el sofá. Desde que había visto a su madre, se había sumido en un estado de somnolencia que me tenía realmente preocupada.

—Iré a buscar comida —dije.

Lars se volvió hacia mí y negó imperceptiblemente con la cabeza.

—El calor se iría contigo, no puedo permitir que salgas hasta que…

—Estoy preparada. Puedo crear una burbuja de contención que os mantenga a salvo durante dos horas y para mí ese tiempo es eterno.

Sus ojos mostraron la confusión que mis palabras le habían provocado. No había sido capaz de hablarle aún de lo que había cambiado desde mi despertar, quizá en parte porque temía parecerle un monstruo. Incluso había estado compartiendo aquella repugnante comida con ellos, cuando lo único que deseaba en realidad era cazar.

—Siento no habértelo dicho, pero el tiempo no funciona para mí como para vosotros. Ese es el motivo por el que os cegué cuando regresé y por el que Joel se quemó la mano cuando me tocó.

Lars estaba confundido, alzó la mano para volver a decirme que no era seguro, cuando Tara se metió en medio.

—Déjala que vaya. Siempre dices que es la única que puede salvarnos y yo tengo hambre…—La niña miró con los ojos llorosos el cuerpo tembloroso de su hermano—. Tengo miedo de que muera como la abuela.

Él se hizo a un lado y miró por la ventana el mundo completamente blanco que me esperaba en el exterior.

—Dos horas —dijo.


Isabel del Río
Abril 2012



¡Espero que os haya gustado y dejado con ganas de más!

¡Cuidado! que estamos en la recta final de la historia, cada vez quedan menos capis...

Para curiosos, os dejo el enlace al siguiente capítulo:

http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2012/05/nieve-15-sangre-helada.html


¡Un abrazo congelado!

9/3/16

NIEVE CAPITULO 13

¡Queridos soñadores!

¡Regresamos con la escalofriante historia, NIEVE, de Isabel del Río!

Un nuevo capítulo que nos ayudará a descubrir nuevos cambios y transformaciones en los personajes, y cómo el dolor puede invadirnos en cualquier momento y de muchas formas posibles.

NIEVE 13. DOLOR BLANCO


Las cosas no suelen salir cómo planeábamos y, aún sin hacerlo, nos decepcionan.

Lars volvió a alzar los brazos sobre la cabeza para indicarme qué esperaba de mí. Resoplé, hastiada por tanta práctica, y nos rodee en una burbuja de protección cristalina.

—Perfecto. Sabía que podías hacerlo —dijo él con ese gesto que supuestamente significaba orgullo.

Me desplomé en una de las sillas del salón y observé cómo Joel jugaba con unos naipes viejos de Scooby Doo que guardaba en la mesilla del teléfono.

—¿Dónde está Lara? —pregunté ante la triste imagen del niño solitario.

Ante mi pregunta, Lars se tensó y empezó a revisar todas las habitaciones. Por lo visto no era la única que se había dado cuenta del cambio en el comportamiento de Lara.

Cubrí mi rostro con ambas manos y esperé, dejé que el tiempo cobrara su ritmo natural, resultaba agotador permanecer con ellos. Era consciente de los esfuerzos de Lars por enseñarme cuál era mi nuevo yo, pero muchas cosas se le escapaban, él no conocía el verdadero cambio que se había operado en mí.

Sentí una mano en mi espalda y después escuché un quejido débil, como el de un animalillo asustado. Me descubrí y miré a mi alrededor. A un lado vi a Lara, que había aparecido, y a Lars, que la regañaba con tono sombrío. Cerca de mí, con la espalda contra la pared, Joel me observaba tembloroso y pálido.

—¿Te encuentras bien? —pregunté. Alargué la mano para comprobarlo, pero el niño me rehuyó hacia la puerta de la cocina—. Vamos, no voy a morderte —bromeé.

Entonces me mostró la palma derecha. Había sido él quién me había tocado y también quién había proferido el quejido. La piel que me mostraba estaba enrojecida y surcada por ampollas purulentas, parecía como si la hubiera puesto sobre un hierro al rojo.

—Yo… Lo siento —musité al comprender que era culpa mía.

Ya había visto sus reacciones cuando me movía a velocidad normal, pero no me había parado a pensar qué ocurriría si me tocaban mientras me encontraba en aquel estado.

—Estabas tan fría que ardías —dijo el niño entre sollozos de dolor.

De todos los nuevos compañeros que me había encontrado, a quien más admiraba era a Joel. Ese crío era capaz de soportarlo todo por el bien de su hermana y, por algún motivo, ahora también por el mío. Me arrodille y abrí mis manos ante el en forma de cuenco.

—Permíteme, sé que eres valiente… —susurré sólo para él.

El niño asintió y dejó su mano herida sobre las mías. Cerré los ojos y me concentré. Si podía hacer daño, también podía curar, sólo era cuestión de modificar la materia y ya lo había hecho con otros objetos, congelándolos y derritiéndolos, incluso para cambiar su forma. Dejé de respirar y me permití ser yo misma durante una eternidad para mí y unos minutos para Joel. Cuando regresé, él lloraba con una extraña sonrisa en los labios.

—¿Te he vuelto a hacer daño? —pregunté sintiendo cómo la culpabilidad volvía a cobrar importancia en mi ser.

—No, para nada —dijo él—, pero he visto a mamá.

Lars, que nos observaba en silencio mientras Lara se escabullía en un rincón del salón, musitó algo entre dientes que no acabé de entender, porque Joel se había abrazado a mí con tal fuerza que apenas pude controlar mis ganas de morderle.



Isabel del Río
Abril 2012


¡Espero que os haya gustado!

Hasta el próximo miércoles, que esperemos que sea menos lluvioso o gélido.

¡O no! 

Para los curiosos, el enlace al siguiente capítulo:


¡Un abrazo impregnado de sombras!