28/4/16

NIEVE CAPITULO 19

¡Queridos soñadores entre las sombras!

Tras la resaca literaria de celebraciones de ferias del libro y Sant Jordi, en la que espero que, si habéis podido, hayáis visitado a nuestra querida Isabel del Río, regresamos al fanblog con un nuevo capítulo de su historia por entregas: NIEVE.

Los que leéis ¿os han firmado muchos libros?

Me hubiera encantado poder narraros aquí algún encuentro con ella, alguna firma, pero mi sueño de vivir un Sant Jordi y visitar a mis escritores preferidos es un sueño de esos que todavía no se ha hecho realidad. Quién sabe...¡quizá algún día!

Sí queréis, en el blog de la autora, hay algunas fotos suyas con amigos y lectores ;-)

http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2016/04/sant-jordi-2016.html

http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2016/04/feria-del-libro-de-valencia-2016.html

¡Podéis cotillear!

Para apaciguar los deseos frustrados, no hay mejor cura que la escarcha, que el frío de la nieve, que paraliza sentimientos y congela instantes...

Por ello, ¡estad atentos a este nuevo capítulo!

Que la hsitoria se pone más interesante.


NIEVE 19. PASOS BLANCOS





Llevábamos una hora sin descansar. Parte del camino que yo había recorrido para llegar hacia el supermercado, ahora resultaba inaccesible para Max y no podía abandonarlo para ir hasta el piso donde Lars y los niños me aguardaban, aunque empezaba a estar francamente preocupada.

Unos veinte minutos después de que Max despertara, sentí una ruptura, como si una de las burbujas tuviera una brecha, y estaba demasiado lejos para comprobar qué había ocurrido.

—Algo te pone nerviosa —dijo Max a mi espalda.

Gracias a la protección que nos rodeaba, había podido aligerar su abrigo y ahora volvía a escrutarme con sus intensos ojos marrones.

—No es nada —respondí. Aunque era consciente de que él tenía un extraño poder sobre mí y podía ver más allá de mis palabras. No entendía muy bien porque, pero parecía inmune a mi frialdad.

—Puedo arreglármelas solo. Si tienes que ir a algún lado…

Un escalofrío recorrió mi columna y me tensé. Con un movimiento que pasó totalmente desapercibido a Max, me coloqué a su espalda, con mis manos rodeando su cuello.

—Por supuesto —susurré a su oído—. ¿De verdad crees que sobrevivirías dos minutos sin mí?

Max sonrió, parecía gustarle aquello. O era un morboso o buscaba la muerte.

—Sé que me has protegido con algo, pero si eres capaz de mantenerlo, no veo por qué no podría aguantar hasta tu regreso —. Se volvió hacia mí y musitó—. Soy consciente de que estoy a tu merced.

Mi pulso se aceleró y sentí unas súbitas ansias por salir corriendo, pero me mantuve ante él, conteniendo lo que parecía invadirme por momentos ante su presencia.

—Si me voy no podré protegerte de ellos —dije señalando hacia la nieve.

Los edificios a penas se veían a través de una espesa niebla blanca que nos rodeaba, los copos no dejaban de caer como una lluvia de primavera, y todo cuanto podía verse era blanco… Al menos para Max.

—¿A quiénes te refieres? —dijo relajando la postura que tan nerviosa me había puesto y convirtiendo sus ojos en dos rendijas que buscaban en el horizonte.

Me parecía imposible que no los hubiera percibido. Llevaban siguiéndonos desde que habíamos salido del edificio donde él se escondía. Eran al menos una docena. No hacían ruido ni dejaban huellas en la nieve, pero para mí eran tan visibles como una gota de sangre en una copa de nata.

—Digamos que no son amigos —expliqué dándole un suave empujón para que continuara en la dirección opuesta.

Max no preguntó. Dio media vuelta y caminó obediente, mirando por encima del hombro cada movimiento que yo realizaba y, a nuestras espaldas, sentí los ojos sin vida de doce fantasmas que pronto serían muchos más.


Isabel del Río


¿Qué os ha parecido?

Para los que quieran seguir leyendo, como siempre, dejo el enlace al siguiente capítulo. ¡Ya no queda casi nada!

http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2013/01/nieve-20-historia-en-blanco.html

¡Un abrazo!

20/4/16

NIEVE CAPITULO 18 y FIRMAS de ISABEL DEL RÍO

¡Queridos dreamers!

Un nuevo capítulo de Nieve de Isabel del Río, en su casi recta final... Quedan apenas cuatro fragmentos, y este es más corto de lo habitual.

¿Existirán los ángeles?

De carne y hueso, de hielo, de alas blancas, de alas negras...

Vosotros ¿qué opináis?

NIEVE 18: ÁNGEL DE HIELO




En cuanto puse un pie en el rellano sentí un alivio inmediato. El aire era más ligero y limpio, el frío restauraba mi piel, o más bien la cambiaba, pues a cada segundo que pasaba me alejaba más de la Bethannie que un día fui.

Él iba completamente cubierto, aunque eso no le salvó de recibir una fuerte sacudida cuando empezamos a bajar las escaleras. Max temblaba de pies a cabeza de tal forma que todo su cuerpo se convulsionaba. Temía que no llegáramos siquiera a la calle. Quizá yo no lo percibía, pero el frío que nos rodeaba empezaba a ser imposible para cualquier forma de vida que hubiera conocido en el pasado.

Le observé a través de su expresión física, de sus movimientos, y comprendí que iba a perder el conocimiento. Su organismo exhudaba vapor, tratando de conservar el poco calor que quedaba en él, y eso le estaba llevando al límite. Tomé sus manos cubiertas por dos pares de guantes de nieve y lo atraje hacia mí. Sentí su cuerpo frágil y quebradizo entre mis brazos, contra mí pecho. Estuve tentada de apretarlo de tal forma que se partiera en dos y así beberlo, comerlo, saciar lo que mis tripas pedían retorciéndose en mi interior, pero entonces Max respiró profundamente y murmuró algo. Debía estar inconsciente porque repetía una frase inconexa tras otra y el pasamontañas que cubría su rostro empezó a humedecerse por sus lágrimas.

Suspiré aliviada al comprender que no podría hacerle daño a pesar del hambre que sentía. Por algún motivo, Max despertaba en mí sentimientos que creía muertos.

Me concentré y sentí como una nueva burbuja me rodeaba, nos rodeaba, y lentamente él dejó de temblar, su corazón recuperó el ritmo, sus dientes ya no castañeaban y relajó los músculos.

Cedí y me dejé caer sobre las baldosas grises de la escalera. Abracé a Max y lo acuné con dulzura. Cuando abrió los ojos no sé qué pudo ver, pero alzó una de sus manos enguantadas y posándola en mi mejilla dijo:

—Eres un ángel, ¿verdad? Es eso.




Para los que quieran seguir leyendo, bien el próximo capítulo o hasta el final de esta historia, os dejo el enlace al blog. Tan solo tenéis que buscar la etiqueta #Nieve

http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2013/01/nieve-19-pasos-blancos.html


Y para los afortunados que estén cerca de Barcelona y Valencia por Sant Jordi y fechas siguientes, aquí os dejo la entrada del blog personal de la autora, en la que nos cuenta los horarios de sus firmas. Así que si tenéi suerte de encotraros con ella, ¡contadme! ¿eh?

http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2016/04/primavera-de-firmas.html

¡Es un amor!

¡Un abrazo sombrío y lluvioso!

13/4/16

NIEVE CAPÍTULO 17

¡Queridos soñadores!

Siento no haber podido actualizar la semana anterior, pero por motivos personales me fue imposible.

Por ello, hoy os dejo un nuevo capítulo de NIEVE y una reseña de la última publicación de Isabel del Río: LA VIDENTE DE LA LUNA LLENA, para que si hay alguien que todavía no lo ha leído, no lo dude y se haga con un ejemplar.

¿Pensáis que es posible que existan los fantasmas de nieve?

Entre los copos de nieve y la niebla puede aparecer cualquier cosa. ¡Estad muy atentos!

NIEVE 17. FANTASMAS DE NIEVE



Junto con Max, pues ese era el nombre del hombre de la ventana, alzamos la puerta y la volvimos a colocar en su lugar.

—¿Un té? —preguntó encendiendo el fuego de la cocina, separada del salón y de la ventana tan sólo por una barra americana.

—Sí, gracias —acepté sin mucho convencimiento.

Max continuaba vigilándome con suma cautela, mantenía un ojo sobre mí en todo momento y yo no se lo reprochaba. Según me había contado, se le habían aparecido tres seres desde los primeros copos de nieve, todos ellos muertos hacía años. Se parecían las mismas personas que él recordaba, aunque su piel era azulada y sus voces parecían livianas y lejanas. Verme a mí, mientras correteaba ataviada con un vestidito de verano, lógicamente le hizo recordar aquellas escalofriantes visitas, y seguro que esperaba que realmente fuera un fantasma.

—Entonces… ¿No tienes frío? —preguntó señalando mis pies descalzos.

Negué con la cabeza y miré por la ventana al edificio de enfrente. La vida parecía haber tomado sólo aquella habitación. El resto de la ciudad permanecía en letargo.

—¿Y cómo es eso posible? —Con cada pregunta parecía menos temeroso y más interesado por mi condición.

Dejó caer una bolsita de té en una taza y la llenó de agua humeante antes de tendérmela. Yo alargué los dedos y la rocé. El calor me resultó desagradable e inquietante, así que en el momento que él la dejó ir me concentré para que el agua se congelara por completo. Algo que no pasó desapercibido para Max.

—¿Cómo lo haces? Por favor, explícamelo. Todo lo que está ocurriendo es de locos. No he podido comunicarme con nadie desde que la tormenta arreció y las únicas personas que he visto… Bueno, si puedo llamarlas así, querían matarme.

Sus ojos castaños se tiñeron de tristeza al pronunciar aquellas palabras, pero en seguida se recolocó un mechón tras la oreja y sonrió.

—Puesto que no tenemos mucho que hacer, ¿qué te parece si me lo cuentas?

Al observarle caminar, estudiar sus agradables facciones y su porte, me di cuenta de que la antigua Beth habría caído a sus pies, pero ahora no sentía nada, para mí era un animal débil que me hacía la boca agua como una hamburguesa completa. Aunque su forma de hablar y actuar me resultaban curiosas... Era un personaje fascinante y había logrado sobrevivir por sus propios medios a lo que había terminado con el resto de la ciudad.

—Es largo de contar, pero digamos que me convirtieron. Antes de la nevada yo no era así —respondí sentándome junto a él frente a la ventana—. Y tú, ¿cómo has sobrevivido?

Su sonrisa se torció un segundo y después miró una pila de libros que había junto a una chimenea encendida.

—Gracias a mi pasión. Soy escritor y siempre me han fascinado las historias de seres fuera de lo común, entre ellos los fantasmas. Según las leyes de algunos pueblos esquimales, has de envolver a tus muertos en pieles o éstos volverán a levantarse. Te parecerá extraño, pero esos seres no soportan el calor, así que he estado quemando libros y manteniendo la habitación sellada desde que lo descubrí.

Max hablaba con naturalidad, como quien explica a un amigo algo que le acaba de suceder en la cola del banco. Quizá había perdido la cabeza, pero en su situación, ¿quién no lo habría hecho? ¿Y quién decía que yo podía juzgar la cordura de una persona?

—No puedes quedarte aquí —sentencié.

Él tomó un sorbo de su té y volvió a recorrerme con la mirada.

—¿Y a dónde quieres que vaya? —preguntó.

—Vendrás conmigo. Yo cuidaré de ti.

Su sonrisa se ensanchó y terminó su taza de dos tragos.

—Muy bien, ya estoy listo —dijo calzándose unas botas de montaña.




El enlace al siguiente capítulo, por si os pica la curiosidad:

http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2013/01/nieve-18-angel-de-hielo.html


Y como despedida, lo prometido. Gracias a Angelica Autumn y su blog La chica que hay en mí, tenemos nueva reseña de LA VIDENTE DE LA LUNA LLENA.

http://lachicaquehayenmiangelica.blogspot.com.es/2016/04/la-vidente-de-la-lluna-llena-de-isabel.html

¡Un abrazo!